La crisis provocada por la COVID-19 ha invadido todos los ámbitos, incluyendo la alimentación y nuestra forma de cocinar. Por ejemplo, se han “acelerado” tendencias que ya habían empezado a aflorar como las compras online, los delivery y cocinar en casa. La alimentación saludable, productos locales, un buen etiquetado o recetas fáciles y rápidas de preparar, son algunas de las claves que marcarán la etapa que se inicia tras el coronavirus.
El concepto sostenible es de aplicación a cualquier aspecto de la vida, también, por ejemplo, a nuestra cocina. Y no solo hablamos de qué comemos, dónde lo compramos y cómo lo cocinamos, sino de cómo es nuestra cocina. Porque como dice la FAO, “la sostenibilidad de las dietas va más allá de la nutrición y el medio ambiente e incluye dimensiones económicas y socioculturales”.
¿Qué es la sostenibilidad?
EL concepto de sostenibilidad está por todos lados. Lo vemos siempre. Pero ¿sabes lo qué significa? Este concepto se definió en 1987 por la Comisión Mundial Sobre Medio Ambiente y el Desarrollo, perteneciente a la ONU, como “una actividad de desarrollo económico que cubre las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de las generaciones futuras para cubrir sus propias necesidades”.
“Es decir, hacer algo sostenible, lo que sea, implica hacerlo sin desperdiciar ni abusar de los recursos disponibles para que las generaciones que vienen puedan seguir haciendo ese algo”
La sostenibilidad, según esa misma comisión, se sustenta, de forma equitativa, en tres pilares fundamentales:
- El medio ambiente
- La economía
- La igualdad social
Así pues, algo es sostenible cuando protege el medio ambiente, promueve el crecimiento, el desarrollo económico y promueve la equidad social. Con esta definición, lamentablemente, muy pocas cosas de las que disfrutamos hoy en día son sostenibles. Sin embargo, podemos aportar un granito de arena desde nuestra cocina.
¿Cómo es una cocina sostenible?
Aterricemos esta idea de sostenibilidad a nuestra manera de cocinar. Una forma sostenible de cocinar es aquella que tiene un impacto positivo sobre el entorno, promueve el crecimiento y desarrollo económico de la comunidad y promueve la equidad social de quien forma parte. Es decir, si se abusa de la tierra, del productor, de los animales, de los trabajadores o de los recursos naturales, no es una forma de cocinar sostenible. Esa cocina que tira comida a la basura no es sostenible. Una forma de cocinar que se fundamenta en alimentos traídos de la otra parte del mundo o ultraprocesados no es sostenible.
De nuevo, con esta definición, poco de lo que cocinamos y comemos es sostenible. ¿En qué condiciones han trabajado las personas que han recogido esas bananas que usamos en un smoothie? ¿Cuánto se lleva el productor y cuánto el distribuidor de una cosecha? ¿Cuánta comida se te pone mala porque no te has organizado bien y terminas tirando a la basura?
Te invito a que reflexiones acerca de tus hábitos alimentarios y culinarios y reconozcas, con sinceridad, si contribuyen a un mundo más sostenible. Para ayudarte con tu reflexión, aquí tienes algunas medidas que podemos hacer desde nuestras cocinas:
5 Cosas que puedes hacer para fomentar la sostenibilidad en tu cocina
Logra una vida 100% sostenible es casi imposible hoy en día. Pero eso no significa que no podamos ir adquiriendo pequeños hábitos que contribuyan a que las generaciones futuras puedan disfrutar de los mismos recursos que disfrutamos nosotros para poder vivir. La meta debe ser esa.
Hay muchas pequeñas cosas que podemos hacer para dejar el mundo un poco mejor, así que te vamos a dar algunas ideas para que comiences a practicar. Mira que por algún sitio tendremos que empezar:
- Reducir, Reutilizar y Reciclar. Empieza a actuar con la “jerarquía de residuos”: Las 3Rs y en ese orden de prioridad. Disminuye los residuos que generas, esto consiste en consumir menos, reutilizar artículos con otros fines y reciclarlos para que sean transformados de nuevo en materias primas que pueden originar un nuevo artículo.
- Comprar local y de temporada. De esta manera estás apoyando el desarrollo económico de tu zona, generas riqueza y permites que el sistema local se mantenga. Reducir los kilómetros que recorre la comida y comprar productos orgánicos ayuda a disminuir nuestra huella de carbono minimizando la energía que se emplea en la producción de fertilizantes y transporte.
- Cocinar más vegetales. Desde el punto de vista de impacto medioambiental, de bienestar animal y de salud, cocinar y comer más vegetales es la mejor forma de contribuir a una gastronomía sostenible. El movimiento “plant-based diet”, “alimentación basada en plantas” logra que tengamos una huella de carbono 20% inferior a las personas que consumen carne todos los días. Aquí tienes una ayuda para que incorpores más vegetales en tu día.
- Planificar tus menús. Un menú es un plan de lo que se va a comer en un tiempo determinado. No es lo mismo planificar un menú para dos personas veganas que para una familia con niños. Recuerda que planificar el menú semanal te permite ajustar tu compra a lo que necesitas, con lo que se reduce la generación de desperdicios de alimentos y te permite un mayor ahorro de dinero.
- Reducir los desperdicios alimentarios. Como ya te he comentado, tener un menú y seguirlo es una manera muy efectiva de reducir la basura alimentaria en nuestra casa. Otras cosas que puedes hacer para no tirar comida es prestar atención a las fechas de caducidad de lo que compras y lo que tienes en casa, pedir porciones pequeñas en los restaurantes o llevarte las sobras, congelar o planificar la compra.
“Déjame que insista en la importancia de planificar los menús en casa, pues es la mejor manera de contribuir a una gastronomía más sostenible. No solo ahorras dinero, tiempo y desperdicias menos alimentos, sino que también ganas tranquilidad y paz mental y comes de forma más saludable“
Bea