En diciembre me dio por hacerme flequillo, cada cierto tiempo voy cambiando algo. Dicen, que los cambios de look, nos ayudan a resetear y nos dan felicidad.
“Me aburro muy rápido de mis looks y estados de ánimo” – justo esto respondí, cuando alguien me escribió por instagram: “the flequillo is back”. Lo que no vi venir, fue que ese alguien respondiera: “¡Claro! te aburres con facilidad, de los hombres, de los looks, etcétera, etcétera” – Ese comentario está en visto y sin respuesta. Pero OBVIO, me dio que pensar. Ya saben cómo soy cuando me tientan.
Primero se me ocurrió una respuesta sangrienta, maliciosa, de esas que se clavan como una lanza en el medio de las cejas. Pero, como estoy en eso de evolucionar, lo dejé estar. Si el comentario me hizo sentir X o Z, es únicamente mi problema, no de este alguien y mucho menos valía la pena una respuesta sangrienta. Pero no estamos aquí para hablar de cómo me hizo sentir, si no de lo que me hizo reflexionar.
Entonces, ¿me aburro?, ¿no he tenido suerte?, ¿no me conformo?, ¿se han aburrido de mí?, ¿me han hecho las maletas y abierto la puerta? A ver…que esta reflexión da para una novela. Pero hoy vamos con una reflexión pequeña:
“He buscado más la felicidad que la seguridad”
En los años 90´s la felicidad se vendía como una historia de vida real: “y vivieron felices para siempre” fue la frase más escuchada en la década de los noventa. Entonces, normal, que hasta que no encontrara esa persona que me hiciera sentir felicidad eterna, pues ahí infeliz, no me iba a quedar haciendo la cena.
En el camino, me he encontrado con personas como yo, pero nivel leyenda. Esas personas que piensan que sus historias de amor deberían ser como una película épica. Esperan que la convivencia esté llena de viajes, cervezas y con una pareja siempre contenta. El sexo lo esperan a diario, esperan que los amapuches vengan a diestra y siniestra, y peor aún, esperan que la suegra sea una estrella. También, he conocido personas que no necesariamente aman, pero llevan la cuenta, de todos los checks que se cumplen en regla: buen hombre, mujer bella, buen padre, buena cocinera, viste bien, sabe armar un mueble de Ikea, no se pone histérica cuando le viene la regla, CHECK, CHECK, CHECK. Seguridad perpetua con esta pareja estrella.
Entonces, puede que te preguntes: “¿Por qué prefieres buscar felicidad y no seguridad? Si ya te diste cuenta que la primera, viene y va” – También me senté a reflexionar y debo confesar que por un tema de empoderamiento matriarcal.
Quería romper con esa dependencia “matrimonial”. Crecí en Latinoamérica y muchas mujeres a mi alrededor vivían en un estado de dependencia. Me negaba a repetir la historia de mi abuela, que se quedaba en casa esperando a su esposo con la cena hecha, sin tener ni voz ni voto, más allá de lo que se compraba para mantener abastecida la alacena. No quería vivir aguantando, según que impertinencias, con tal de tener comida, techo y dinero para la merienda.
Hoy en día no niego que parte de las relaciones fueran o sigan siendo así. Pero con ayuda de mis “ancestras” (esta palabra no existe en femenino, pero si se puede decir imprimido, ancestras debería entrar en la real academia). Pues eso, con ayuda de ellas, le di un twist a este tema: ¿Y si todo esto viene como parte de un pacto de pareja?, ¿Y si estas mujeres son felices con ese 50% que aporta su pareja?, ¿Y si todo lo viera con ojos de colaboración y no con ojos de mujer esclava de los noventa?: Viviría más tranquila y menos intensa. Con esto del empoderamiento femenino, a veces se nos van las tuercas.
No sé si es bueno o malo, buscar una cosa sobre la otra. He tenido experiencias que me indican que es mejor preferir la felicidad por encima de la seguridad, y viceversa. Lo que sí puede ser, es que no seamos felices cada segundo del día, ni nos sintamos seguras con cada caricia (ésta es mi percepción) Quizás tú, estás felizmente segura ahí donde estás – y ¡que felicidad! porque realmente es una bendición divina.
¡No creas! Yo alguna vez en mi vida he pensado: “Me siento segura y feliz acá. Voy a acampar“. – pero resultó, que era la única que se quería quedar en ese lugar. Y ya ven que se necesitan dos para bailar.
No tengo ni idea, si a estas alturas sería más o menos feliz con una pareja, dos hijos y una perra. O, si estuviese casada pensando en otra novela, o divorciada exitosa y con nueva pareja. Lo único que sé es:
- Quién soy hoy
- Donde estoy hoy
- Con quién quiero estar hoy
“Tan efímero es el hoy, como la felicidad que persigo yo”
Y hasta aquí la reflexión hoy….