Benditos sean los Límites

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Conoce tus límites
Conoce tus límites y aprende a poner freno a aquellas personas y situaciones que quieren desestabilizar tu salud emocional

Durante estos últimos meses he pensado mucho sobre los límites y la dificultad que, como seres humanos, tenemos para establecerlos. Desde mi experiencia, no entiendo porque he sido tan descuidada con mi bienestar emocional. Porque es claro que, aunque haya personas que no me aporten ni me hagan crecer, las he dejado acaparar mis energías. 

En un momento de mi vida, alguien me intentó vender la idea que poner límites, para así trabajar en mí y concentrarme en mi crecimiento personal era egoísta e individualista. Por un tiempo me lo creí… hasta que me dí cuenta que eso me estaba consumiendo y no me estaba permitiendo trabajar en mi ser. Hoy, estoy segura que trabajar en mí, en ser un ser consciente, es lo que más contribuye a mi entorno. Para ser parte de un colectivo tengo que estar en paz con mi ser primero. Termina siendo un acto político y colectivo porque esto requiere—más allá de meditar, hacer yoga y hacer introspección—volverme un ser informado y activo en mi entorno, pero de manera saludable. 

Eventualmente, trabajar en nosotros es una de las cosas más importantes que podemos hacer. Los cambios estructurales y sociales no van a venir nunca si no trabajamos en cambiar quienes somos, y si no trabajamos en ser mejores personas y humanos, un poco más conscientes y un poco más llenos de amor. Tal vez es la única forma en la que TODOS podemos contribuir a un cambio social más grande. 

La verdad es que establecer límites, aunque sea muy difícil, es necesario si queremos construir relaciones saludables con las personas que dejamos entrar a nuestras vidas. No son egoístas. Por el contrario, son profundamente amorosos. Son la manera en la que le hacemos entender a las personas que hay líneas de nuestro ser que no se cruzan ni se negocian, ya que son parte crucial de nuestra esencia. Son una expresión de nuestras verdades, nuestros sentimientos y necesidades. Implantarlos nos permite amar y conectar profundamente con nosotros mismos y con los otros, porque nos permite mostrarnos desde nuestra vulnerabilidad. Pues se necesita mucha vulnerabilidad para establecer límites, especialmente si venimos de un contexto en donde estos no son aceptables o permitidos. Aunque yo me haya criado en un ambiente de libertad, donde los sentimientos son importantes y la vulnerabilidad validada, siempre me ha costado mucho ponerlos. Creo que por ese miedo a ser denotada como odiosa o antipática, y en cambio por esas ganas de “caerle bien” a todo el mundo… Pero poner límites no se trata de eso. 

Poner límites se trata de tenerte en cuenta a ti misma en el momento de tomar una decisión, formar una opinión, experimentar una emoción, y cuando se está en una relación. Preguntarte a ti misma que estás dispuesta a hacer, que no, y después poderlo verbalizar. A mi me han tocado fibras que no son negociables, pero no fue hasta ese momento que me di cuenta que debí haber puesto límites. La idea no es esperar a que se quiebren esas fibras, sino protegerlas porque son parte de tu esencia. Esto aplica no solo para relaciones amorosas, sino también para las relaciones familiares, las amistades… hasta las relaciones laborales. De esta manera, estamos trabajando en nuestro amor propio, porque nos estamos ahorrando ponernos en situaciones incómodas que eventualmente nos van a hacer mucho daño. 

Por ejemplo, es muy valioso empatizar con la situación de otra persona y su dolor. Estar ahí y apoyar, pero no asumir toda la responsabilidad de arreglar su situación. Amarte es entender que no puedes solucionarles el bagaje emocional a las personas, y sobretodo, no dejar que la otra persona te haga sentir culpable por eso. Al hacerle entender a una persona que estás ahí para ella, pero no para solucionarle el problema, es poner un límite sano. Proteger tus espacios vitales y personales, y hacérselo entender a tus familiares, amigues o pareja, es un límite sano. 

Hay personas que seguramente no les gustarán tus límites, porque les beneficia que no estén ahí. Pero eso ya es problema de ellos y no tuyo. Se vuelve una limpieza energética y relacional casi catártica. Además, hacer este ejercicio también requiere revisar nuestros patrones y nuestros comportamientos. Somos seres humanos y es muy posible que hayamos tenido un efecto nocivo en la vida de alguien, puede que hayamos sido tóxicos y hayamos cruzado líneas que no debimos haber cruzado. Por eso, he llegado a entender que hablar de esto con los otros y preguntarles es un acto de amor puro y sano. 

Si una persona no te está contribuyendo a crecer y, al contrario, te encuentras unos días triste y sin energía, pon ese límite. Haz un escaneo de aquellos que te rodean y escucha que dice tu corazón, él siempre sabe. Pero es importante tener en cuenta que todos tenemos procesos diferentes. No te castigues por estar viviendo el tuyo. A veces nos damos cuenta rápido o a veces lento, pero la vida no viene con manual de instrucciones y no nos dice, “A los 22 te encontrarás con alguien que no deberías dejar entrar.” La vida es un constante proceso, poco lineal, donde aprendemos de las caídas y de las subidas, y mientras tanto nos deja disfrutarla. 

Así que, estas no son instrucciones como en una receta de cocina, pero son unos consejos que he coleccionado de mi círculo de amigas y familia. En su momento no los escuché con la rigurosidad que debía, pero hoy en día me tienen aquí, escribiéndolos y llegándole en lo posible a mujeres en diferentes lugares del mundo. Al final, le agradezco a esa Catalina que tal vez no escuchó tan bien en ese momento, que no fue tan firme con sus decisiones, pero que hoy apoya todo lo que se propone y aconseja desde su experiencia. La que me dice que nadie nos quita lo bailado, ni lo aprendido. Sin ella, no estaría aquí. 

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